martes, 7 de marzo de 2017

La Familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela

La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela



Ni qué decir tiene que yo hubiera clasificado la obra directamente de epistolar, (dicen que la ignorancia es muy atrevida), sin embargo los euritos y entendidos en la materia la clasifican dentro de la corriente literaria creada en la novela española de principios de 1940 como: “Tremendismo”, y es más, la catalogan como de picaresca y novela social de los años treinta, estilo surgido de la posguerra y con el que estoy de acuerdo. Pues bien, bajo esas premisas y dado que nos encontramos ante una obra que figura entre las cien mejores novelas españolas del pasado siglo y que ha sido analizada por grandes maestros de la crítica, he de dar mi brazo a torcer.
No hay nada como leer a los clásicos para darse cuenta de cómo cambian los tiempos y la percepción del individuo de cualquier acto que pudiéramos etiquetar como “cruel”. Si la obra de nuestro ilustre Don Camilo es etiquetada de brutal y violenta, propia del realismo del siglo XIX, (la que tal vez pudiera escandalizar a nuestros padres), deberían leer obras actuales tan reales en la contienda, desesperanza, desasosiego y crueldad en la batalla, como la trilogía de Publio Cornelio Escipión: “El Africano”, de nuestro encunado Santiago Posteguillo, a quien reverencio, para comparar una narrativa con otra con respecto a lo que es cruel y no lo es.
Yo sigo pensando que se trata de una obra epistolar, aunque encuadrada en esa corriente de: “Tremendismo”, y como tal, narrada en primera persona, con un testigo protagonista que nos ilustra acerca de los contratiempos y dificultades de su vida en aquella España rural plagada de conflictos políticos, y por ello, cuajada de una inestabilidad social propicia para una revuelta, dada la miseria en la que vivían.
Sus personajes, con un vocabulario llano, vulgar en ocasiones y nada culto, salvo el gran aporte de nuestro autor, nos muestran la España de principios de siglo, sus vicisitudes y problemas ante la vida, su miseria. Es, asimismo, una novela  trágica, dado que es la propia personificación de la venganza encarnada en Pascual Duarte:
«Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando nos vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Ese es Pascual Duarte, un campesino extremeño que nos narra su autobiografía dentro de un contexto rural y de marginalidad.
Pascual Duarte es un hombre atormentado por su infancia, en la que su padre gustaba de dar palizas, tanto a él como a su madre (su madre, caso aparte en esta obra). Un hombre que rechaza la violencia por principios, pero que no se achica ante las amenazas. Un pobre campesino golpeado por la vida, pues no consigue levantar cabeza con la tragedia que sufre su familia, tanto con su hermano pequeño, padre, víctima de la rabia, y sus dos hijos tenidos con Lola, su esposa, que al igual que el resto descansa en el camposanto del pueblo. De sus dos hijos, el primero no llegó a ver la luz del Sol, pues Lola sufrió un aborto a su regreso del viaje de bodas por causa de un mal encuentro con la mula que montaba, y el segundo, “Pascualillo”, que abandonó la existencia con tan solo once meses de vida, sin olvidarnos de su hermana, Rosario, abocada a ejercer la prostitución y convertirse en la mujer que mantiene a “El Estirao”, su chulo, hombre que aprovechó la ausencia de Pascual para cortejar a Lola, algo que pagaría con su vida.
Su madre, según Pascual Duarte, es la responsable de sus tragedias, eso nos cuenta desde la prisión en la carta que nos regala donde no ahorra los detalles crueles, bruscos, violentos, desgarradores. Ella, su madre, de quien no recuerdo revele su nombre, es sin duda la razón de que se encuentre en presidio, pues su ira y rabia llevo a nuestro protagonista a acabar con su vida mientras la mujer dormía en su alcoba.
Pese al tiempo transcurrido nos encontramos ante una obra actual, sin ningún género de dudas, dado que nos muestra la violencia de género, prostitución y miserias que hoy, por causa de la prolongada crisis y hundimiento del “Estado del bienestar”, vemos a diario con nuestros vecinos, y Don Camilo nos regala su arte y bien hacer con la habilidad manifiesta para la lengua y el verbo, incorporando en su prosa una buena muestra de nuestro refranero que acompaña con grandes soliloquios.

La Familia de Pascual Duarte, una obra para leer con calma, una obra para el recuerdo.

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